01-12-2015
SANTA FE-ARGENTINA Desde que se conoció que el presidente electo ha sido Mauricio Macri, el precio de la carne aceleró su ritmo de suba. Los carniceros deben pagar más cara la media res, llegando al promedio de $ 53 por kilo (para el último día de noviembre). Ello significa un aumento de 32,5% comparado con los $ 40 que se abonó a fin de octubre (al efectuarse la primera vuelta en las elecciones presidenciales). Pero todo indica que no ha llegado al techo del 2015, y se anticipan (o sospechan) más subas. Un elemento que influye en esta maniobra es la expectativa por la reapertura de las exportaciones, con permisos más flexibles para vender a otros países; como así también la promesa de la quita de retenciones; y la de una devaluación del peso que se impulsa desde todo el equipo de Macri (y por él mismo). Todos estos elementos, conjugados, llevan a que los ganaderos (en pleno mes de ventas elevadas, por las fiestas navideñas) prefieran guardar sus animales para llegar al peso necesario para poder vender al exterior lo producido. Así, al ‘faltar’ carne, se eleva el precio. Pero aún se espera una suba importantísima, cuando el nuevo gobierno fije la nueva cotización del peso ante el dólar. El índice novillo (indicador que se elabora en base al precio de esta categoría de mercado, en Liniers), se elevó el 15,8% hasta las 24.991 unidades, un nuevo récord. Pero debe recordarse que desde el 23 de octubre (vísperas de la primera vuelta presidencial), subió un 28% cuando estaban en 19.518 unidades. Se detecta la faltante de terneros y novillitos, que son animales de menos de 400 kilos (que no se exportan). Pero ante la posibilidad de mejorar el negocio exportador, el productor prefiere guardar los animales y engordarlos durante 2 a 4 meses para llegar a un peso superior a los 400 kilos (de manera de que sean vendibles al exterior). Toda esta situación –aún sin que Macri haya asumido- ya está actuando en contra del bolsillo del consumidor. Porque el precio en mostrador o góndola sigue aumentando (sin techo visible), mientras que el salario del trabajador e ingreso de jubilados se encuentran fijos. Quienes defienden las teorías y fundamentos de “los mercados”, afirman que es un proceso temporario y que la actual retención de animales se va a traducir en una sobreoferta para dentro de unos meses. Y que ello hará bajar los precios. Sin embargo, ello no es real, ni se condice con lo que históricamente ha ocurrido en el país, pues los precios nunca retroceden. Por otra, si existe una sobreoferta a futuro, ella será para atender las exportaciones. Por lo cual, los animales se irán a precios internacionales a mercados foráneos. Por lo que podría ser previsible, que esa ventaja de exportar incida nuevamente sobre los precios internos, pues la excusa será: “es mejor vender afuera que en el mercado interno”. Pensar que de los novillos pesados que se exportan, quedará en el mercado local los cortes con hueso, ello no es garantía de baja alguna. Imaginar que dentro de 5 o 6 meses va a existir para el consumidor final asado y puchero (que no se exportan y quedan siempre dentro del país), con precio más bajo que el actual, es un disparate. Acaso el argentino común deberá esperar medio año para consumir carne a un precio razonable...? En el año 2001, la irresponsabilidad (falta de control permitiendo el ingreso –contrabando- de ganado en pie desde Paraguay) del gobierno de Fernando De la Rúa produjo un brote de aftosa en el norte-este argentino. Por lo que EEUU (y sus mercados asociados) suspendió las importaciones de carnes. El tiempo demostró que ello –además- respondió a una maniobra de protección de sus propios productores, que no querían el ingreso (y competencia) de carnes argentinas. Luego de muchos años de gestiones internacionales, la diplomación argentina (del gobierno de Cristina Fernández), consiguió meses atrás que se revierta esa prohibición. Así, el mercado estadounidense comenzará a recibir carnes argentinas, a lo que se agregó Canada. Se espera que se sumen Corea del Sur y Japón. Estas exportaciones, con un control estatal, que garantice la existencia de carnes en precio razonable en el mercado interno, hubieran significado una noticia saludable para el país. Sin embargo ahora, con la promesa de total libertad de exportar, sin interesar la atención del consumo interno a valores razonables, se puede convertir en otro elemento que dispare los precios carneos (en mostrador y góndola).